domingo, 7 de noviembre de 2010

Scott Pilgrim vs The Word, de Edgar Wright

Con Scott Pilgrim vs The World (2010), el inglés Edgar Wright vuelve en su primer proyecto con capital de un gran estudio de Hollywood, tras sus exitosas cintas cada vez más populares y menos de culto Shaun of the Dead (2004) y Hot Fuzz (2007), siendo la mejor y la más popular la primera.

O quizás lo era, pues con esta nueva película, Wright fue por todo y sin miramientos. Me pareció más graciosa que sus cintas anteriores, con los diálogos bizarros de siempre pero mucho mejor desarrollados por un muy buen elenco encabezado por Michael Cera en el mejor papel de su carrera, pues por primera vez lo vemos interpretar a un personaje y no a sí mismo.

Si acaso el único "pecado" de esta cinta es que es demasiado "especializada" no sólo para una generación, sino para un nicho poblacional no muy grande: el de los geeks y, si acaso, el de los cinéfilos. Su corrida en Estados Unidos lo probó, pues le fue muy mal en taquilla, pero la crítica la trató muy bien.

Y con razón, pues Wright usa como nunca su imaginación para lo visual y con la ayuda de muy buenos efectos basados en el lenguaje de los cómics y los videojuegos. Es así como Scott Pilgrim tiene que pelear contra los siete ex novios malignos de la chica de sus sueños, Ramona Flowers, y dichas peleas son al más puro estilo... de los cómics y videojuegos.

Es ahí donde creo que perdió a las grandes masas, pues no creo que éstas puedan disfrutar o entender bien porqué suceden muchas cosas que incluyen también referencias de cine y televisión como las que se hacen a Fight Club (1999) y Seinfeld (1989-1998), por ejemplo. Y aunque como comedia se sostiene por si misma, la forma aquí es mucho más fuerte que el fondo, y quizás eso aleje al espectador casual. Sin embargo, el público al que está destinado seguramente la disfrutará y revisará más de una vez, puesto que tiene todo lo que mi generación disfruta: muy buen rock (a cargo nada más y nada menos que de Nigel Godrich), chicas hermosas, acción, risas y grandes efectos visuales, mientras el director logró una gran película con un look total de cómic, el segundo en hacerlo después de Frank Miller con Sin City (2005).

En un tema relacionado, me gustaría hablar de lo popero que se está volviendo el séptimo ARTE, o mejor dicho, su cobertura mediática. Si bien el cine es una forma de entretenimiento - quizás la más importante después de la música -, muchos se están olvidando que no todo es taquilla. Sí, cintas como la que reseño aquí, el Batman de Nolan y Kick-Ass (2010) son casos de éxito, pero también hay muchas porquerías que no valen la pena como el Hombre Araña, Watchmen (2009), y el próximo proyecto de Vengadores, y que sin embargo se les dedica demasiada tinta, demasiados bytes, demasiada atención desproporcionada.

Ya lo dice Woody Allen en una entrevista publicada en el libro que reseñé hace poco: la gente cada vez se apasiona y acerca menos al cine de calidad y de autor, ¿cuántos saben, por ejemplo, de los proyectos de Francis Ford Coppola?, ¿o están atentos a lo que pase en Cannes? Ahora parece que Comic-Con es el evento no sólo geek por excelencia, ¡sino de toda la industria!

No digo que sea algo imperativo para todos, pero al menos los medios sí deberían prestarle atención a ello y ofrecer esas opciones. No todo es pop culture, hay que luchar un poco contra los fines comerciales y recordar porqué escogimos esta carrera tan hermosa que es comunicar, comuniquemos lo bueno, venga de donde venga, no lo que nos deje más a unos cuántos. Está en nosotros.

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