domingo, 7 de noviembre de 2010

Fito Páez en el Auditorio

Hace aproximadamente tres años me enviaron a una entrevista como lo hacían diario muchas veces, pero aquella ocasión era distinta. Tenía que entrevistar a Fito Páez. Estaba nerviosísimo, no era lo mismo entrevistar a ídolos de barro que a un verdadero artista con todas las ley, y además uno del que conocía y sabía muy poco en general. Obviamente así no llegué a la entrevista, sino que iba preparado con información de su carrera en general y del disco que promocionaba en ese entonces: El mundo cabe en una canción (2007).

Esperaba a un divo, a un prepotente, a un mamón. Pero con su personalidad y sencillez se disiparon mis nervios y al final quedé más que encantado con Fito.

A los pocos días pude ver dos canciones en vivo en el Metropolitan ("Enloquecer" y "11 y 6"), y la fascinación continuó meses después en el Festival de Viña del Mar, donde por primera vez vi un concierto completo... y continuaba fascinado.

Después pude conocer más canciones gracias a su disco de éxitos, el estupendo en vivo No sé si es Baires o Madrid (2009) y Confiá (2010). Es por eso, y otras razones, que esperaba con ilusión el concierto del 6 de noviembre en el Auditorio Nacional, donde presentó Confiá y celebró al mismo tiempo 30 años de carrera. Fue un concierto bastante peculiar...

Enfundado en un traje blanco con corbata plateada, abrió con las dos mejores canciones de su nuevo disco: "Tiempo al tiempo" y "Confiá", que fueron recibidas por un frío Auditorio sentado, el cual se mantuvo así durante como cuatro o cinco canciones más (incluida la grandiosa "Llueve sobre mojado") el cual reaccionó hasta que Fito anunció a Armando Manzanero, aunque a mí no me entusiasmó mucho, pues verlo en vivo es un martirio.
Y así lo fue mientras cantaron "Esta tarde vi llover"-obvio, de Manzanero seguida de "Yo vengo a ofrecer mi corazón". Pero lo más relevante fue que, en estas dos canciones, Fito se quedó sin voz. Empezó con un gallo tremendo, luego tosiendo, y en una parte ya de plano abrió la boca y no salió nada. Bien por Manzanero que aguantó y tuvo que sacar adelante las canciones, y lo hizo mucho mejor con la de Páez, como respetando el trabajo ajeno.

"Esperemos que vuelva la garganta", dijo Fito, e intentó solucionarlo poniéndose una gran bufanda que al parecer le funcionó y se quedó ahí el resto de la noche. "Es la primera vez en mi carrera que me quedo afónico a medio concierto", contó casi despreocupado, como si fuera cualquier cosa.

Poco después invitó a la mitad de Café Tacvba, Quique y Meme, con quienes cantó "Eres". Sonó muy bien en voz de Fito, quien ya estaba recuperado, y a mí me tomó de sorpresa, nunca creí que cantaría una de ellos, y como fan incondicional de Café Tacvba, me hizo muy feliz. Luego cantó con ellos la para mí desconocida "Bello Abril" y eso fue todo para los satelucos.

Para entonces ya había vencido la frialdad inicial del público, quien cada vez estaba más entregado y agradecido con el comentario "Me están tirando tan buena leche que ya volvió la voz". Y después de un set acústico que incluyo temas como "Naturaleza Sangre", "Circo Beat" y la nueva "El Mundo de Hoy" (donde se inventó un pasito de baile bastante gracioso) invitó al escenario al ajonjolí de todos los moles en México, Julieta Venegas, quien vestida de negro se lució con "Un Vestido y un Amor" y a mí me dejó con ganas de más, pero fue la primera -y a la postre única- invitada que sólo cantó una vez con Fito.
Quizás fue porque seguía el set rockero que tuvo a "La Rueda Mágica", "Al Lado del Camino" y "El amor después del amor". Fue en esta última donde apareció Susana Zabaleta rockeando más que nada como corista y haciéndolo muy bien sin sus tradicionales protagonismos.

Luego el primer gran final con "A Rodar", uno de sus temas más populares. Tras dejar el escenario, la gente coreaba su nombre como en un partido de futbol, y celebraron al verlo regresar, ahora vestido con tennis, camisa polo roja y jeans y chamarra de mezclilla. Entonces llamó al escenario otra vez a la Zabaleta para otra versión de "Yo vengo a ofrecer mi corazón" que ya había intentado cantar con Manzanero. Susana cantó como si fuera una aria y para mí sonó de la chingada, y además impregnó su actuación -ahora sí- de su protagonismo cachondo-patético, tirándose al suelo al final para que Fito la acompañara y la abrazara y terminaran dándose un beso en la boca. Además, al final intentó improvisar un poco y recibió como respuesta un "¡Cállate!" de una mujer en el primer piso, al menos esa mujer y yo opinamos lo mismo, y creo que fue el sentir general del público.

La segunda pieza del encore fue nada más y nada menos que "Dar es dar", para terminar poniendo a todos a brincar y cantar con "Mariposa Teknicolor", la cual por primera vez lo veía cantar sin que él tocara el piano.

Y así, tras treinta piezas y dos horas y media de concierto, Páez recordó de nuevo el episodio de la afonía y agradeció la buena vibra del Auditorio Nacional, el cual comenzó a vaciarse rápidamente. La gente salió a la fría noche. Ya habrán más ocasiones que compartir con el buen rosarino.



PD: Mil gracias a Óscar por obvias razones y por las fotos que engalanan esta entrada (¡dénles click para verlas más grande!)

1 comentario:

  1. Te odioooo, fuiste a ver a mi segundo Rosarino Favoritooo y no me avisaaaasteeee =(

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