domingo, 28 de noviembre de 2010

Tetro, de Francis Ford Coppola

Francis Ford Coppola, más allá del bien y del mal, presenta Tetro (2009), una obra de misterio, arte, locura, enigmas y, por supuesto, la familia.

Resulta difícil hablar de una cinta que se desplaza hacia muchas partes y que abarca demasiado. Desde la hermosísima secuencia inicial hasta los flashbacks reveladores, los fragmentos de ópera y de ballet, así como una serie de personajes muy fellinescos.

Realizada en Buenos Aires, Coppola no desaprovecha la cultura y belleza de la capital argentina, así como a uno de sus actores más finos, Rodrigo de la Serna, así como el talento latino de Maribel Verdú, quien brilla con otro personaje muy humano y compasivo pero fuerte, como el que vimos en El Laberinto del Fauno (2006). Por otra parte, Vincent Gallo y Alden Ehrenreich cargan con todo el peso de la película como Angelo (o Tetro), y Bennie, un par de medio hermanos que se reúnen a pesar de la reticencia de Tetro, y de los deseos de Bennie por conocer mejor la historia de su familia, la cual siempre ha sido un misterio para él.

Ambos hermanos viven rodeados del ambiente artístico porteño, en una actualidad atemporal fotografiada con gran maestría por Mihai Malaimare Jr., quien colabora por segunda vez con Coppola después de la ignorada Youth Without Youth (2007).

El director puede que ya esté fuera de los círculos del mainstream, que sus cintas ya no sean estrenadas con miles de copias en el mundo, lo cual es una lástima, pues en este filme demuestra, escena tras escena, porqué es considerado como uno de los más grandes. Y si bien el ritmo cojea por momentos, el ojo experto del realizador nos regala momentos de gran belleza y emoción, al tiempo que la historia va tejiendo lentamente un misterio con un final netamente operístico que no desentona con sus pretensiones de tragedia clásica.

Interesantísima obra que nos regresa al mejor Coppola tan admirado y respetado, Tetro resultó para mí todo un deleite visual que, si bien tiene fallas en su dinamismo, es una obra que para todo el que se considere cinéfilo vale muchísimo la pena revisar.

PD: No puedo dejar de mencionar el fascinante soundtrack de Osvaldo Golijov. Una obra llena de misterio y seducción que contiene, no podía ser de otra forma, el sabor del bandoneón y el tango argentinos. Una espectacular sorpresa que no hace sino enriquecer una obra de por sí muy buena.

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