
Y es que fuera de algunos fotogramas interesantes (pero tampoco para volverse locos), Jim Jarmusch entrega una cinta pseudo profunda que no propone nada visualmente y mucho menos en su argumento. Y digo pseudo profunda por los diálogos de los los personajes que van apareciendo, en un crisol fallido de personalidades interesantes o divertidas, pero que sólo consiguen desesperar al espectador. En la sala donde vi la cinta, el público al principio, guiado por el entusiasmo de comenzar a ver una cinta de un director respetado, regaló unas risas gratuitas, pero al final, debido a la pésima historia y guión, muchos solamente veían el reloj.
Lo siento por ellos y por mí mismo, pues en esta ocasión la muestra cayó ante una cinta pretenciosa carente de emoción, corazón e inteligencia, que lo único que supo despertar en el público fue una carretada de bostezos y una persona que al salir de la sala le preguntaba a su compañía "¿Y en serio es tan famoso Jim Jarmusch?"
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