
Como pongo en el título de esta entrada, la coreana Oldboy (2003) puede ser definida en dos palabras: intensidad y estilo. La intensidad aportada por el espectacular guión con uno de los mejores desenlaces en la historia del cine, así como por la enorme y antológica actuación de Min-sik Choi como Oh Dae-Su, un hombre que fue encerrado durante 15 años sin saber porqué, y que al ser liberado le dan cinco días para descubrir las razones, así como la oportunidad de vengarse. El estilo lo pone Chan Wook-Park, quien se esfuerza por impactar o sorprender de alguna manera durante todas las secuencias; ya sea con las escenas del pulpo, de los dientes, la pelea en el pasillo, la de las tijeras, la de la escuela o el gran final.
No conozco a nadie que haya visto Oldboy y la haya olvidado, pues tiene esa característica, deja huella. En este caso, imborrable.
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