domingo, 13 de febrero de 2011

The Fighter, de David O. Russell

Continuando con la temporada de las cintas premiables, y también con el gran banquete cinéfilo del 2010, se estrena en México The Fighter, de David O. Russell, una de las cintas más fuertes del año, y que seguramente habría conquistado una nominación al Oscar aún con el formato de cinco nominaciones.

Y es que esta película ha dado mucho de qué hablar gracias al mejor ensamble del año: Mark Wahlberg, Christian Bale, Melissa Leo y Amy Adams, a quien hace poco Robert DeNiro elogiara en el programa de David Letterman. Estos cuatro dan una verdadera clase de actuación, sobresaliendo Bale como un adicto al crack en vías de recuperación, y Adams como la novia de Wahlberg, una mujer educada y con un dulce rostro pero llena de coraje y valentía para impulsar a su amado para que salga adelante. Ya he expresado en este sitio mi enorme admiración por Adams, pero cada vez parece superarse, y en esta obra demuestra que simplemente es una natural. Christian Bale, por otro lado, rertata a un hombre arrepentido de sus decisiones, y que también libra una lucha personal muy particular.

Melissa Leo cumple con creces en un interesante papel que sin embargo no representa un gran reto para ella, después de haber visto sus alcances y su espectacular trabajo en Frozen River (2008), algo me dice que se le volverá a negar el Oscar para quedar en manos de Helena Bonham Carter. Por otra parte, Mark Wahlberg entrega la mejor actuación de toda su carrera como un boxeador que quiere darle un nuevo rumbo a su vida y lograr algo grande por el mismo y no tanto por su hermano, su madre, su manager o sus hermanas, sino por él mismo.

Es esta lucha por la superación personal donde radica la empatía con nuestro protagonista, un verdadero peleador ante los retos realistas de la vida: balancear lo que se espera de uno con las expectativas de los demás, tomar decisiones que pueden afectar a los que están cerca de nosotros, y enfrentarse a la disyuntiva de rendirse o seguir persiguiendo un sueño.

Desde la silla de director, Russell transforma una historia ya contada en un drama de alto calibre gracias a los matices del guión y la cruda humanidad de sus personajes, dando espacio también para escenas muy divertidas. Combinando un estilo casi documental con aspecto televisivo para las peleas, así como un acertado soundtrack y las actuaciones extraordinarias ya mencionadas, Russell logra una de las mejores películas del año pasado, de aquellas que seguiremos años, muchos años después.

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