Elige una vida: Trainspotting

En este espacio ya había comentado sobre Fight Club (1999) y su importancia como una de las piezas clave del cine de fin de siglo. Sin embargo, olvidé mencionar que quizás no hubiera sido posible sin el antecedente de Trainspotting (1996).

Y más allá de que los monólogos de apertura son muy parecidos, ambas obras nos hablan de la descomposición del individuo ante su incapacidad de hallar la permanencia en la sociedad que parecer querer limitarlo y encasillarlo.

Trainspotting es el gran referente de Danny Boyle, y sib bien tiene muchas cintas más muy buenas, casi todos lo recuerdan por ésta, pues es la que podría encajar más con el cine de culto. Y no es para menos, con tantas referencias cinematográficas a clásicos como Taxi Driver (1976) o A Clockwork Orange (1971), así como un soundtrack de primera que en sus tiempos se vendió como pan caliente.

Pero esto no es todo, las meras referencias y canciones no hacen un clásico (y como ejemplo clarísimo tienen a Tarantino). No. La película de Boyle pasó a la historia por derecho propio por sus diálogos inteligentes, sus situaciones tan increíbles, su gran espíritu y la creatividad del realizador que dejó secuencias inolvidables como la del "peor retrete de Escocia", la de Renton y su síndrome de abstinencia, y casi cualquiera de las peleas de Begbie, en el papel que le daría fama mundial a Robert Carlyle.

También cabe destacar la gran actuación de Ewan McGregor, quien también se dio a conocer internacionalmente gracias a esta cinta, siendo hoy una de las estrellas más reconocidas de la industria, y que aquí interpreta casi con maestría a un joven dividido entre escoger algún propósito de vida o continuar por senderos inciertos, pero con pocas preocupaciones.

De Boyle no sé puede agregar mucho, sólo que pasan los años y no da síntomas de agotamiento, y se nota que todavía tiene más historias de calidad para ofrecernos, aunque muchos lo seguirán recordando por Trainspotting, y con razón.