viernes, 24 de septiembre de 2010

Sleeper, de Woody Allen


Woody Allen es sin duda mi director favorito. Todo surgió una mañana de sábado o domingo cuando, por casualidad, transmitieron en el Once Take The Money And Run (1969), un falso documental sobre una patética banda de reos que huyen de la cárcel y sus esfuerzos por no ser capturados.

No recuerdo si la vi con conocimiento de causa de quién era Allen y si lo hice para conocerlo, pero creo que no fue así, estoy casi seguro que aquella fue la primera vez que veía en la pantalla a este tipo torpe pero extremadamente gracioso.

Curiosamente, tampoco recuerdo el orden de las cintas que fui viendo, sólo que cuando salió Celebrity en 1998, ya era fan y la vi en el cine. En resumen, he visto 36 películas de él, las cuales reviso cada que puedo; he leído un libro de textos humorísticos y estoy leyendo un magnífico libro sobre su obra y forma de trabajar.

Allen me gusta porque cuando se propone hacer reír lo hace como pocos. Pero creo que, como a mucha gente, me fascina todavía más por su increíble capacidad de escribir sobre nuestra naturaleza cotidiana de ser humanos, sobre todo en la hora de relacionarnos sentimentalmente e intelectualmente. En mostrarnos cómo en el corazón no se manda, y muchas veces éste nos mete en problemas increíbles.

En sus dramas, Woody siempre encuentra la manera de conmoverme y de identificarme con él y con algún momento de mi vida, en alguna mujer, en alguna tragedia, en algún triángulo, o simplemente en algún deseo.

En sus comedias, no hay mucho qué agregar. Sus ocurrencias y timing lo han hecho uno de los grandes también en ese departamento. Sleeper (1973) es un excelente ejemplo de porqué. Utilizando el pretexto de un viaje al futuro que se parece mucho al que realiza Matt Groening en Futurama (1999) - el antiguo dueño de una tienda, de todas las personas, después de ser congelado por accidente, despierta doscientos años en el futuro y ahora tiene que enfrentar a un régimen totalitario a la 1984 - Sleeper va contando gags y one liners sin parar, acudiendo también a humor de slapstick y de utilerías como las verduras gigantes, o la inolvidable máquina automática de orgasmos y el "orb", versión futurista de la marihuana.

Diane Keaton, brilla por su belleza y extraordinaria naturalidad actoral que no por nada la hicieron la primera actriz de cabecera de Woody. Diane es una actriz clave de la década de los 70 (¡¡un año antes salió en El Padrino, por Dios!!), y en gran medida se debe a la mancuerna profesional que formó con Allen, siendo la joya de la corona Annie Hall (1977), uno de los trabajos actorales más celebrados, y una de las parejas más entrañables en la historia del cine.

Sleeper es sólo una muestra del trabajo cómico de Woody, un gran inicio para los que no lo conozcan, y una de las muchas obras maestras del mejor cineasta americano de todos.

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